sábado, 28 de abril de 2012

"La familia de Pascual Duarte" de Camilo José Cela.

La próxima reunión del club de lectura tendrá lugar el martes día 22 de mayo de 2012, a las 19:30 horas. En ella comentaremos el libro "La familia de Pascual Duarte" de Camilo José Cela.

Cuando en el año 1942 apareció por primera vez, en Madrid, La familia de Pascual Duarte, el panorama literario español sufrió una gran conmoción. Camilo José Cela era por aquel entonces un jovencísimo y desconocido escritor, cuya primera y única obra hasta la fecha, el poemario Pisando la dudosa luz del día (1938), no había sido publicada todavía. Era, por lo tanto, un autor completa y estrictamente novel, además de inédito. Sin embargo, Cela tenía grandes aspiraciones literarias, y era plenamente consciente de que la narrativa española de aquel momento, bastante estancada por cierto, precisaba de una radical renovación si quería sobrevivir a la nueva realidad de la posguerra.
En La familia de Pascual Duarte, Cela apuntó ya, con mucho acierto, hacia esa regeneración de las letras. La nueva estética que la novela proponía difería por completo de todo cuanto se había hecho hasta entonces; tanto público como crítica aplaudieron decididamente la originalidad y la maestría narrativa del joven escritor, aunque tampoco faltaron quienes le reprocharan su excesiva tendencia a lo escabroso y abrupto. El éxito de la obra, en todo caso, no tardó en hacerse palpable. Con ella nació el tremendismo, estilo que hace de Pascual Duarte su arquetipo fundador, y quedaron fijados los derroteros por los cuales habría de transcurrir la narrativa española a lo largo de todo el siglo XX.
Pasados ya más de sesenta años desde la publicación del libro, todavía hoy, al releer sus páginas, comprendemos fácilmente el revuelo que ocasionó en su aparición. Las memorias que el condenado a muerte Pascual Duarte redacta en prisión, mientras espera la ejecución de su sentencia, hielan la sangre por lo truculento de sus crímenes, narrados de forma directa y explícita, y por lo sombrío de sus desdichas. No obstante, como sucede por lo general con las grandes obras de la literatura, el paso del tiempo ha abierto nuevas perspectivas de cara a su interpretación, y hoy día estamos en situación de leer la novela como algo más que un mero inventario de crímenes y desgracias.

1 comentario:

  1. Se cumplen setenta años de la publicación de "La familia de Pascual Duarte", un periodo de tiempo lo suficientemente importante y dilatado como para poner de manifiesto la validez y durabilidad de esta obra de Camilo José Cela porque cuando apareció a finales de 1942 en la pequeña editorial Aldecoa, de Burgos, nadie presagiaba que una primera novela se convertiría a lo largo del siglo XX en uno de los libros más emblemáticos de la postguerra española. En Pascual Duarte están ya muy presentes tres de los elementos celianos que caracterizarán la obra posterior del gallego: realismo, lenguaje directo y sentimiento, aunque siempre habrá que recordar que ese «realismo» deberá ser interpretado como suma de verdad y saber, conocimiento e inteligencia, y solo así tendremos los elementos básicos para la comprensión completa y definitiva de "La familia de Pascual Duarte", en toda su extensión como documento socio-político o estampa moral con presupuestos tremendistas, existencialistas o exaltación de la violencia.
    El realismo irónico ofrece muchas variantes. Va desde el tremendismo y el humor negro, despiadado de Camilo José Cela hasta la guasa cazurra de Francisco García Pavón y la ironía bondadosa de Santiago Loren (...) El impacto producido (...) por "La familia de Pascual Duarte" puso en circulación el término «tremendismo», que solo explica lo más epidérmico de esta novela. ¿Qué se proponía Cela al publicar el manuscrito hallado en la farmacia de Almendralejo? ¿Asustar? ¿Volver a la novela picaresca? ¿Crear un héroe anárquico que ridiculizara la sociedad?” Y aun añade Antonio Iglesias Laguna, «De existir una intención social en La familia de Pascual Duarte, sería la protesta contra una estructura socioeconómica sacralizada por las veneradas tradiciones, que condujo a España a un nuevo desastre. Aquí reside la autenticidad de la novela, pese a los defectos costumbristas solo aceptables como mueca sarcástica del autor (...) Literariamente, "La familia de Pascual Duarte" ha de ser considerada protesta contra la aristocratización de la vida, cara a Ortega, vigente en la narrativa de los años treinta y también en 1942 (...) Pascual Duarte existencialista antes del existencialismo».
    Jorge Urrutia afirma que, "La familia de Pascual Duarte", resulta una obra de protesta, de ruptura social, no por su historia —voluntariamente despolitizada, aunque sea fácil no comprenderlo sin una lectura atenta (Vela Jiménez, La Estafeta Literaria, 15 de julio de 1944), sino por su discurso. Este es producto del clima de violencia que reinaba en el país, producto de un régimen impuesto con el terror de una guerra y a poyado en la represión y, a veces, en la venganza personal. Camilo José Cela captó el ambiente que le rodeaba y supo hacer violencia verbal como el saturado de comida que acaba vomitándola (Sánchez Marín, La Estafeta Literaria, 5 de marzo de 1944). Para terminar, Cela afirmó en alguna ocasión: «La tragicomedia de la historia es como un cuadro en el que todos somos, al tiempo, actores, comparsas y espectadores: al hombre no le cabe la actitud, y ni siquiera la pretensión de querer sentirse mero decorado (...) "La familia de Pascual Duarte" nació porque fue rigurosamente inevitable que naciera; no voy a darle más vueltas a aquel minúsculo suceso (...)».
    La novela gustó, en general, a la mayoría de los asistentes al Club de Lectura, aunque se trata de una obra dura, extrema, con un lenguaje preciso y descarnado. Sin duda, un clásico digno de tener en cuenta y releer, de vez en cuando, para que no se nos olviden los horrores que provocan la incultura, la violencia gratuita, y la falta de una educación necesaria para un país que progresa con el paso adelante, jamás mira hacia atrás y vislumbra su progreso.

    Pedro M. Domene.

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