lunes, 21 de septiembre de 2015

"Balzac y la joven costurera china" de Dai Sijie.

La próxima reunión del club de lectura tendrá lugar el jueves 29 de Octubre, a las 19:30 horas. En ella comentaremos "Balzac y la joven costurera china" de Dai Sijie.

Dos adolescentes chinos son enviados a una aldea perdida en las montañas del Fénix del Cielo, cerca de la frontera con el Tíbet, para cumplir con el proceso de «reeducación» implantado por Mao Zedong a finales de los años sesenta. Soportando unas condiciones de vida infrahumanas, con unas perspectivas casi nulas de regresar algún día a su ciudad natal, todo cambia con la aparición de una maleta clandestina llena de obras emblemáticas de la literatura occidental. Así pues, gracias a la lectura de Balzac, Dumas, Stendhal o Romain Roland, los dos jóvenes descubrirán un mundo repleto de poesía, sentimientos y pasiones desconocidas, y aprenderán que un libro puede ser un instrumento valiosísimo a la hora de conquistar a la atractiva Sastrecilla, la joven hija del sastre del pueblo vecino.


Con la cruda sinceridad de quien ha sobrevivido a una situación límite, Dai Sijie ha escrito este relato autobiográfico que sorprenderá al lector por la ligereza de su tono narrativo, casi de fábula, capaz de hacernos sonreír a pesar de la dureza de los hechos narrados. Además de valioso testimonio histórico, Balzac y la joven costurera china es un conmovedor homenaje al poder de la palabra escrita y al deseo innato de libertad, lo que sin duda explica el fenomenal éxito de ventas que obtuvo en Francia el año pasado, con más de cien mil ejemplares vendidos apenas dos meses después de su publicación.

2 comentarios:

  1. Este mes hemos leído una curiosa muestra de literatura china, de esa que se escribe y se publica en el extranjero por la férrea censura del régimen. Se trata de Balzac y la joven costurera china (2000), de Dai Sijié (1954), una obra inspirada en elementos autobiográficos, y cuya trama ofrece las suficientes dosis de exotismo para atraer al lector occidental: una fundamental, su negativa experiencia de la “revolución cultural”, cuando fue enviado a un lejano pueblo del Tibet para que allí se llevara a cabo su re-educación entre campesinos, y que se convierte en un canto a la libertad, una exaltación del amor a la literatura como símbolo de liberación (algo impensable en una sociedad como Occidente) y la fe en la capacidad del hombre, del ser humano para superar cualquier situación por adversa que sea. Y luego, en realidad, la novela narra la integración de dos jóvenes, hijos de profesionales ambos y, en consecuencia, sospechosos de ser “enemigos del pueblo”, en una aldea de ex-cultivadores de opio próxima al Tibet y a sus tradiciones, donde deberán adaptarse a costumbres ancestrales y desfasadas y, sobre todo, al duro trabajo diario. Los moradores del Fénix del Cielo nunca han asistido a una proyección cinematográfica, así que el narrador se encarga de contarles historias de pésimos filmes norcoreanos o chinos que los aldeanos aprecian como un regalo. Su éxito es tal que el alcalde les autoriza a asistir a las sesiones mensuales de cine de Yong Jing, una población que se halla a dos días de viaje, para que el narrador convierta en palabras y en gestos las imágenes que ve en el cine. Las peripecias diarias les llevarán a conocer a “Cuatroojos”, otro represaliado como ellos, que esconde, sin embargo, un preciado tesoro: una maleta con algunas novelas francesas traducidas. A cambio de favores, éste les presta alguno. La figura de la hija del sastre, personaje que deambula por las aldeas de la zona, se convertirá en eje del relato y lo transformará en una novela de amor. Enamorada de Luo, ambos vivirán una aventura idílica entre ríos salvajes y paisajes tan idílicos como silvestres que otorgan a la narración un matiz romántico e incluso inocente, el amor puro y sano de ambos jóvenes que no conocen la maldad del mundo que les rodea y se entregan con toda su inocencia.

    Pedro Martínez Domene

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  2. El lector, tampoco debe olvidar que bajo el tono ligero y hasta folletinesco de la historia narrada se esconde una dura crítica contra un sistema que propició “la revolución cultural”. Un policía pasa de vez en cuando para controlar la reeducación, y los jóvenes tienen que esconder sus libros. Pese al dramatismo, la novela se plantea con un extremado objetivismo, distanciamiento muy diferente de parecidos experimentos occidentales, y no carece de un tono humorístico que suaviza las situaciones. Utiliza a menudo la imaginación, el cuento inscrito, recrea los temas orales del lugar y no falta la idea de reconvertir algunas obscenas canciones populares en revolucionarias, y además la propia trama lineal se adorna con historias colaterales, y tampoco faltan las escenas de sadismo, como la extracción de una muela al jefe del poblado, o los ataques de jóvenes campesinos armados con el libro rojo. La aparente simplicidad de la historia, incluso el lenguaje sencillo y poco elaborado, da pie a pensar en una amplia diversidad de intenciones de su autor, Dai Sijié y otros posibles niveles de lectura que no todo el mundo parece apreciar.
    En nuestro Club, esta novela, no parece haber tenido la satisfacción lectora que merece, quizá porque con su lectura no se llegaron a esos distintos niveles y siempre nos quedamos en el más bajo: “me ha gustado” o “no me ha gustado”, “me dice algo” o “no me dice nada”, y así condicionamos y perdemos nuestro tiempo en otras discusiones que se alejan del tema. Hablamos de literatura, y debemos analizar las intenciones que cada autor pone en su libro, descender en la media de lo posible hasta donde podemos llegar y tratar de ofrecer perspectivas distintas con un razonamiento válido, exclusivamente literario, léxico o con respecto al valor de la estructura y de su trama, y dejar de contar historias al hilo que para nada tienen que ver con la buena literatura que tratamos en ese preciso momento, y para aquello que nos reunimos: leer, analizar la historia y apuntar puntos de vista inteligentes e interesantes.

    Pedro Martínez Domene

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