martes, 31 de mayo de 2016

"Cuentos de todos los países" de Émile Chasles

La próxima reunión del club de lectura tendrá lugar el jueves 30 de junio de 2016, a las 20:00 horas. En ella comentaremos el libro de Émile Chasles "Cuentos de todos los países". En dicha reunión contaremos además con la presencia del editor del libro Máximo Higuera, de la editorial madrileña Trifaldi.

Émile Chasles recopiló en 1867 cuentos de las más variadas fuentes y tradiciones, otorgándoles una auténtica vocación de universalidad, al tiempo que basaba sus investigaciones en los recursos tradicionales que despertaban su curiosidad. Y esta misma curiosidad le llevó a la cuentística alemana, a los volúmenes recopilados de Johann Kart Musäus (1735-1787), precedente de los hermanos Grimm, como el cuento de “Las tres hermanas”, que el traductor y editor Máximo Higuera selecciona para el presente libro, Cuentos de todos los países (Trifaldi, 2015); y lo mismo hace con “La ninfa de las aguas”, del mismo autor; un relato en la tradición de las ondinas, las ninfas acuáticas de la más clara tradición grecorromana, que incluso llegó a tratar Bécquer en una de sus leyendas. Sin duda, el más celebrado, el más conocido y versionado, es “El califa cigüeña”, de Wilhelm Hauff (1802-1827); del mismo, se conoce la adaptación del mismo de Sara Cone Bryant y su colección, How to tell stories to children (1905) y la más reciente de Fernando Alonso, Feral y las cigüeñas (1971).

Máximo Higuera edita y traduce un total de veintitrés leyendas y cuentos de una curiosa y amena variedad: nórdicos, lapones, noruegos, finlandeses, y aquellos que el propio Chasles calificó de españoles, concretamente, un andaluz, titulado, “El Tabadit”, pero de procedencia árabe, y algunos ejemplos que proceden de El Conde Lucanor y una de las leyendas más famosas de raíz española, Los siete Infantes de Lara. El folklore persa está representado por tres cuentos, “El Tesoro”, “El Goul” y “El regreso del ingrato”; pero podemos, también, admirar historias albanesas, tártaras o argelinas que no es necesario enumerar, todas y cada una de ellas, que provocan, una vez leídas, ese regusto de saborear la buena literatura y disfrutar de una traducción magistral, ajustada, otorgándole el ritmo y la cadencia que debe darse a una fábula y su capacidad imaginativa. Y tal vez porque, como señalaba Camilo José Cela, esa categoría de “hombre universal” es la que consigue crear y obtener el mayor premio que se considera
la fabulación literaria, porque se trata de un inmenso taller experimental que no conoce fronteras ni tiempos. Tampoco echamos de menos, los clásicos Boccaccio y Chaucer, también representados con el cuento “Griselidis”, calificado aquí como cuento italiano.


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