viernes, 23 de febrero de 2018

"Un viejo que leía novelas de amor" de Luis Sepúlveda

La próxima reunión del club de lectura tendrá lugar el jueves 22 de marzo, a las 19:30 horas. En ella comentaremos el libro "Un viejo que leía novelas de amor" de Luis Sepúlveda.

Antonio José Bolívar Proaño vive en El Idilio, un pueblo remoto en la región amazónica de los indios shuar (mal llamados jíbaros), y con ellos aprendió a conocer la Selva y sus leyes, a respetar a los animales y los indígenas que la pueblan, pero también a cazar el temible tigrillo como ningún blanco jamás pudo hacerlo. Un buen día decidió leer con pasión las novelas de amor -«del verdadero, del que hace sufrir»- que dos veces al año le lleva el dentista Rubicundo Loachamín para distraer las solitarias noches ecuatoriales de su incipiente vejez. En ellas intenta alejarse un poco de la fanfarrona estupidez de esos codiciosos forasteros que creen dominar la Selva porque van armados hasta los dientes pero que no saben cómo enfrentarse a una fiera enloquecida porque le han matado las crías. Descritas en un lenguaje cristalino, escueto y preciso, las aventuras y las emociones del viejo Bolívar Proaño difícilmente abandonarán nuestra memoria.

1 comentario:

  1. En ocasiones uno tropieza con un libro que, de alguna manera, se convierte en esa muestra que a uno le devuelve la fe en la buena literatura, y sin que parezca una obra extraordinaria, su lectura se convierte en alguno de los mejores momentos para disfrutar de sus páginas en la soledad más absoluta. Tal vez esta, y no otra sea la mejor definición para hablar de Un viejo que leía novelas de amor (1989), de Luis Sepúlveda.
    Antonio José Bolívar Proaño, el protagonista de esta novela, vive en El Idilio, un pueblo remoto en la región amazónica de los indios shuar (llamados jíbaros), y con ellos aprendió a conocer la selva y las leyes que deben respetarse: a los animales y a los indígenas que la pueblan, pero también a cazar el temible tigrillo como ningún blanco jamás pudo hacerlo. Un buen día decidió leer con pasión novelas de amor. El dentista Rubicundo Loachamín viaja hasta El Idilio dos veces por año para limpiar las dentaduras podridas de los habitantes, y en cada visita le llevaba libros al viejo Antonio José Bolívar Proaño, asentado en el lugar desde que el gobierno decidió “colonizar” la zona. Su única conexión con el resto de la civilización son las novelas de amor que lee para conllevar su soledad, pero la tranquilidad del viejo se ve amenazada cuando unos gringos matan las crías de un tigrillo, animal inteligente que hace de su cacería un verdadero reto para Antonio José Bolívar, porque solo entonces verá la posibilidad de olvidarse del continuo acoso del alcalde, cuando le obliga ir tras el animal. Mientras se interna en la selva amazónica recordará pasajes de su vida, y todos aquellos sucesos que le llevaron hasta ahí; compara su vida en la civilización con la de los shuar, y entonces se dará cuenta de la ambición y codicia de los hombres blancos.
    Los personajes son de una variada tipología: Antonio José Bolívar, calculador, honesto que ve un sentido común a toda prueba en su vida, su matrimonio, su soledad, o la Babosa, como conocen al alcalde, un hombre sin escrúpulos y tremendamente tosco, la sabiduría de los indios, y la astucia de los animales. Una historia sencilla, repleta de hermosas páginas, con un lenguaje simple y directo, que numerosas veces nos logra sacar una sonrisa. La narración resulta ágil y envuelve en su magia al lector en pocas páginas, describiéndonos la selva amazónica, sus peligros y su inmensa belleza.
    El autor logra una novela amena, realista y divertida en muy pocas páginas.
    Quien suscribe no pudo asistir a la reunión mensual, pero le consta que los miembros del Club disfrutaron de la prosa y la historia de Sepúlveda, y la reunión se prolongó hasta tarde hablando de las maravillas de la narración, las descripciones o de los personajes entrañables y acertados del relato. Todo un lujo disfrutar, una vez más, de una amena velada entre amigos de la lectura.

    Pedro Martínez Domene

    ResponderEliminar